Gestión de la energía

Los edificios son responsables de una parte muy relevante de las emisiones de carbono, consumo de energía y de los residuos generados por las Instituciones de Educación Superior. Un edificio bien concebido y construido, es también capaz de potenciar el aprendizaje efectivo, de la misma forma como un mal edificio es capaz de dificultarlo.

Al contrario de la extendida creencia de que los “buenos edificios” requieren enormes inversiones adicionales, esto no necesariamente es así: existen muchos casos de edificios de alto costo que funcionan en forma muy ineficiente, requieren elevados presupuestos para operar, y tampoco son capaces de ofrecer condiciones aceptables de habitabilidad a sus usuarios.

La gestión de la energía es un elemento clave en la gestión de un campus sustentable, puesto que además de lograr reducciones importantes en las emisiones de carbono de la institución, permite exhibir ahorros económicos igualmente relevantes. En muchos casos, existe la alternativa de implementar medidas sin necesidad de realizar una inversión directa, sino mediante un contrato tipo “ESCO” o “PPA”, en que la empresa instaladora –o algún tercero– provee el financiamiento necesario, compartiendo con el mandante el riesgo y una proporción de los ahorros económicos logrados.

La gestión de la energía puede incluir, entre otras, las siguientes actividades:

 

Buenas prácticas de operación y mantenimiento. Esto consiste, en lo principal, en asegurar que los sistemas y equipos se apaguen en los horarios en que éstos no prestan un servicio útil. Para ello, algunas recomendaciones generales:

  1. Implementación de un sistema de gestión de la energía basado en la norma ISO 50.001. Existen variadas alternativas, pero los elementos imprescindibles son: fijar metas de desempeño, implementar medidas de mejora, revisión periódica de indicadores, retroalimentación y aprendizaje continuo. El seguimiento es posible realizarlo con diversos niveles de uso de tecnología, por ejemplo, llevando registro de las lecturas de consumos informadas en las facturas eléctricas, hasta la implementación de sofisticados sistemas de monitoreo en línea y de control central automatizado. Sugerimos que los niveles de inversión sean graduales, en función del nivel de experiencia en la materia, y siempre manteniendo el foco en la cultura institucional, las costumbres y los hábitos de las personas.
  2. Organizar y verificar los horarios de encendido y apagado de equipos de ventilación, climatización, alumbrado y otros. Por lo general es factible implementar esta medida sin necesidad de inversión económica, y aun así lograr ahorros considerables.
  3. Instalación de sensores de movimiento en áreas de uso intermitente, como los baños y estacionamientos subterráneos. Esta medida es de muy bajo costo, y no requiere necesariamente cambiar las luminarias existentes.
  1. Eficiencia Energética: Incluye todas las iniciativas que apuntan a desarrollar las mismas actividades, y manteniendo el mismo nivel de confort y desempeño, con un menor consumo de energía. Esto incluye medidas que no implican gasto ni inversión, hasta la implementación de sistemas de gestión sofisticados con niveles variables de uso de tecnología. Existe una infinidad de medidas de eficiencia energética factibles de aplicar, por lo cual mencionaremos algunas de las que han demostrado los menores plazos de retorno de la inversión:
  2. Cambio de tecnología de alumbrado en áreas de alta ocupación. La tecnología LED ofrece altos niveles de eficiencia, pero también altos costos de inversión que se deben ponderar adecuadamente al comparar las diversas iniciativas. Como regla general, aquellas áreas que permanecen en funcionamiento por periodos más prolongados, son las que logran los menores plazos de retorno. Esto implica que en general, el recambio a luminarias LED en salas de clase u otras áreas académicas es menos costo-efectivo que hacerlo en áreas comunes como pasillos, bibliotecas o comedores. En todos los casos, se recomienda revisar los niveles de iluminación requeridos, de tal manera de cumplir adecuadamente con los requerimientos normativos (nivel de iluminancia), técnicos (seguridad de las instalaciones eléctricas) y de confort lumínico (temperatura de color, uniformidad, etc.).
  3. Aislación térmica de sistemas y edificios. Sugerimos revisar con mayor detalle la capacidad de los edificios y de los sistemas activos, para controlar y retener el calor en forma adecuada, en especial en los edificios con alto nivel de intensidad energética pero también en aquellos edificios y campus con intensidad energética bajo el promedio, en los cuales queda la duda si están cubriendo adecuadamente sus necesidades de calefacción. Esto implica revisar y mejorar la aislación térmica, sellos de hermeticidad de la envolvente y control adecuado de asoleamiento, entre otros. A través de la optimización de la aislación térmica de sistemas y edificios, combinado con las mejores prácticas de diseño y reacondicionamiento térmico bajo principios bioclimáticos, es posible lograr edificios de consumo casi nulo o al menos edificios que consumen menos energía y en simultáneo entregan condiciones adecuadas de confort y salud y las personas.
  4. Energías Renovables. Consiste en la implementación de sistemas de generación de energía desde fuentes renovables, dentro o fuera del establecimiento donde se consume. Las tecnologías más comúnmente usadas, son: fotovoltaica, solar térmica y eólica. La totalidad de la energía producida por fuentes renovables es de cero emisiones, evitando el consumo de esa misma cantidad de energía desde la red de distribución general, producida en parte importante mediante la combustión de petróleo, carbón o gas.
  5. Gestión de Contratos de Compra: Consiste en ajustes de tarifa o de cambio de la empresa distribuidora, habitualmente como “Cliente Libre”. Aun esta medida no necesariamente reduzca la cantidad de energía consumida ni las emisiones de carbono, sí permite lograr importantes ahorros económicos.

Se debe tener siempre presente que la eficiencia energética y la calidad del ambiente interior no son dos fenómenos aislados, sino que están íntimamente relacionados entre sí. La cantidad de energía, los tipos de energía utilizada y cómo son utilizados, tienen efectos importantes tanto cuantitativamente como cualitativamente en la calidad de la experiencia de los usuarios de los recintos. El integrar estrategias para mejorar la calidad de ambiente interior, es tomar en cuenta la salud de las personas, la mejora en la calidad de vida, la disminución del estrés y accidentes potenciales, mejorando la productividad con un menor ausentismo entregando un valor agregado a los espacios.

Por Fernando Pavez