Los Campus como Laboratorios Vivos de Sustentabilidad

Las Instituciones de Educación Superior (IES) más relevantes de Chile y el mundo se encuentran implementando múltiples iniciativas de sustentabilidad: no sólo construyendo mejores edificios, con certificaciones nacionales o internacionales, sino también gestionando sus indicadores ambientales y sociales, e incorporando elementos de formación para la sustentabilidad en sus currículos académicos. Para ello, en el mundo desarrollado ha tomado fuerza el concepto de “Laboratorio Vivo”, en especial en las universidades y colleges dedicados a la formación de competencias para el mundo del trabajo. Bajo este concepto, se potencia la capacidad de los edificios como espacios de enseñanza práctica y aplicada a casos concretos y reales.

Por ejemplo, la instalación de plantas generadoras de energías renovables son una inversión relativamente cara, especialmente si éstos cuentan con sistemas de medición en tiempo real (para levantar datos e indicadores de éxito) mientras estas mismas instituciones deben construir, por otra parte, costosos laboratorios para la enseñanza de estas competencias. En un campus pensado como “Laboratorio Vivo” se utiliza la misma instalación, sobre los techos de los edificios académicos, para la enseñanza y también para la generación eléctrica interna. Se hace la inversión una sola vez, para cumplir ambos objetivos. Sin embargo, esto implica algunas dificultades: riesgos de accidentes para los alumnos, riesgo de que los proyectos no cumplan con los plazos o con los estándares de calidad requeridos; requiere una cuidada coordinación de diversos actores (académicos – funcionarios de servicios generales – alumnos – empresas), y otros desafíos. Estas problemáticas son reales y no siempre son fáciles de solucionar, pero se ha demostrado que vale la pena el esfuerzo, y no sólo por ahorro de costos.

El principal valor agregado de este esquema de trabajo, es que los estudiantes tienen la oportunidad de participar en proyectos reales previo a su llegada al mundo del trabajo. Por otra parte, obliga a integrar en un mismo proyecto, y bajo los mismos estándares de seguridad, calidad y control de costos, a diversos actores de la comunidad académica que a menudo tienen prioridades y estilos de trabajo divergentes. Todos ganan en esa interacción.

La experiencia lograda en diversas IES a través de la implementación de proyectos de eficiencia energética, gestión energética, energías renovables y gestión del carbono, realizados con participación activa de alumnos, profesores, funcionarios y empresas, dan cuenta de que es posible hacer todo esto con un presupuesto relativamente bajo, con inversiones que a su vez generan ahorros relevantes, y cuya experiencia se apoya mutuamente con las actividades de docencia e investigación.

En cuanto a los proyectos de gestión de residuos, habitualmente son los alumnos los principales promotores. Sin embargo, una vez instalado y funcionando, uno de los desafíos difíciles de sortear consiste en que efectivamente el reciclaje se produzca. A pesar de contar con instalaciones apropiadas para reunir y acopiar los reciclables y con una empresa preparada para llevarlos a las plantas recuperadoras (lo cual no es tan fácil de lograr como parece), algunas latas, botellas y papeles siguen llegando a la basura. Esta tarea se transforma, por tanto, en un importante desafío educativo, uno que apunta a lo central de la misión de toda IES: formar ciudadanos responsables.

Un caso paradigmático es el de la Universidad de Stanford, donde llevan años desarrollando un ambicioso trabajo en la investigación aplicada y la enseñanza de la sustentabilidad, de forma inter-disciplinaria y orientada al desarrollo de soluciones innovadoras. Hoy, tienen logros impresionantes para exhibir: la mejora de la eficiencia energética es tal, que hacia 2021 el 100% de sus operaciones funcionarán con energía renovable, principalmente solar. En el camino desarrollaron tecnologías de acumulación de calor a escala distrital, y todo esto lo hacen mientras al mismo tiempo reducen los gastos de operación de campus. ¿Por qué hacen todo este esfuerzo? Porque están empeñados en formar a los líderes que requiere el siglo XXI.

En conclusión, la implementación de proyectos de sustentabilidad bajo el modelo de “Laboratorio Vivo” no sólo ayuda a mejorar la gestión ambiental y económica de los campus sino también constituye un aporte formativo, promueve la colaboración interdisciplinaria, y abre la puerta a un positivo cambio cultural al interior de la comunidad académica, contribuyendo a hacerla más integrada y enfocada en la solución de los grandes problemas contemporáneos, y apoyando la formación práctica en competencias como responsabilidad con la sociedad, resolución creativa de problemas complejos y emprendimiento, entre otros.

Por Fernando Pavez